En muchos casos, por falta de mantenimiento se acumula sulfato en los bornes y en los postes o polos externos de conexión de la batería.
El sulfato constituye un residuo de sustancia química que se forma a partir del derrame o salpicadura eventual del electrolito que contiene en su interior la batería. La acumulación de sulfato en las superficies de contacto eléctrico produce un incremento de la resistencia en esos puntos, creando falsos contactos entre los bornes de conexión y los terminales de los cables conectados a dichos bornes.
A su vez, a consecuencia de ello, el falso contacto impide la correcta circulación de la corriente a través del sistema de distribución eléctrica del coche, por lo que se pueden producir fallos en el funcionamiento de los consumidores de electricidad, o sea, los equipos, dispositivos, luces e incluso las propias bujías con las que funcionan los motores de gasolina.
Los vehículos dotados con motores diésel solamente requieren de energía eléctrica en el momento que accionamos con la llave el interruptor que hace funcionar el motor eléctrico de arranque, el que a su vez pone en marcha el motor principal del coche, pues al contrario de los motores de gasolina, los diésel no requieren energía eléctrica para continuar funcionando después de arrancar, porque no emplean bujías.
Sin embargo, su sistema de enfriamiento, constituido por una bomba acoplada a un motor eléctrico, lógicamente sí requiere del constante suministro de corriente para evitar que por recalentamiento se produzca una avería de gran envergadura. Además de dicha bomba, al igual que ocurre con cualquier otro coche, el resto de los equipos eléctricos, dispositivos y luces sí dependen de un constante suministro de corriente eléctrica proveniente de la batería o del alternador para que puedan funcionar.
Por otra parte, además del efecto de resistencia al paso de la corriente que provoca la acumulación de sulfato en los bornes, pueden surgir otros problemas en el suministro de energía eléctrica a los equipos, dispositivos y a las propias bujías del motor del coche provocado por la existencia de conexiones flojas en los propios bornes que van conectados a los postes o polos de la batería.