La muerte de quien se hiciera famoso por sus aventuras durante la Gran Guerra en Medio Oriente, Lawrence de Arabia, ayudó a salvar a miles de personas y poner sobre el tapete el tema del uso del casco.
Thomas Edward Lawrence murió por las lesiones en la cabeza que sufrió en un accidente luego de salir disparado de su motocicleta, una Brough Superior SS100, cerca de su casa en Dorset, Reino Unido.
Y pese a que no hay ninguna mención en sus obituarios de que Lawrence no estuviera usando casco, en los años 30, los conductores andaban con la cabeza descubierta.
Uno de los médicos que atendió a Lawrence fue un joven llamado Hugh Cairns, uno de los primeros neurocirujanos de Reino Unido. Cairns quedó impactado por el accidente y comenzó a recolectar información sobre las lesiones en la cabeza sufridas por los motociclistas en un trabajo pionero.
Cairns solo pudo reunir pruebas de siete conductores con cascos que estuvieron involucrados en accidentes. Todos sobrevivieron con lesiones leves en la cabeza.
El Ejército, que en ese punto perdía a dos motociclistas cada semana en accidentes, estaba decidido y, por ende, en noviembre de 1941 ordenó a todos los pilotos que usaran cascos. Cairns había ganado su primera batalla.