Banqueros, empresarios y terratenientes con abundantes medios económicos viajaban a Europa y a los Estados Unidos donde compraban lujosos automóviles último modelo. Por otra parte, los más jóvenes, pero con igual poder adquisitivo, intentaban hacer excursiones por caminos de herradura o pampas desérticas.
En el sector empresarial, se puede decir que las empresas azucareras instalaron pequeños ferrocarriles de trocha angosta y locomotoras a vapor para poder llevar el azúcar al puerto para su exportación.
Algunos de los autos europeos de lujo que llegaron al país son el Bugatti, una de las joyas europeas más estimadas desde entonces, también llegó el célebre auto inglés Rolls Royce que compró la familia Orbegoso. En tanto, el Mercedes Benz fue importado por la familia Elejalde.
Los jóvenes automovilistas comenzaron a salir de Lima en los vehículos de sus padres cruzando desiertos y arenales. Los automóviles que tuvieron éxito en estas aventuras fueron los más potentes y con ruedas grandes, entre los que destacó el Hudson.
Pasados los años, ya en 1930, existían en el país una multitud de autos de las marcas Ford y Chevrolet. Ambas norteamericanas, eran las marcas más fuertes en el mercado y de mayor demanda.