La biodegradación de la materia orgánica puede ayudar a la obtención del biogás (biometano), un gas combustible que se genera en dispositivos específicos.
Este tipo de combustible puede ser utilizado tanto en motores de combustión interna, como diésel, debido a que cuenta con un octanaje que promedia entre 100 y 110, que resulta adecuado para su utilización en motores de alta relación volumétrica de compresión.
El proceso consiste en la adaptación de pequeños grupos electrógenos, tanto de encendido por chispa como diésel. Para desarrollar el biogás, se han efectuado algunas modificaciones, principalmente, en el sistema de alimentación de combustible. Estas modificaciones se caracterizan por el uso de tecnología sencilla y la economía de su realización.
En los motores de ciclo Otto, se sustituye el carburador convencional por un mezclador de gases. Los motores se arrancan con nafta y después su total funcionamiento es con biogás.
Respecto al ciclo diésel, se añade un mezclador de gases con sistemas de control, dejando permanente el sistema de inyección convencional. Así, este motor trabaja con distintas proporciones de biogás diésel, dándole una buena confiabilidad.